Redacción
México- Cada año, el polvo mineral del desierto del Sahara, ubicado al norte de África, llega a territorio mexicano debido a fuertes vientos que levantan partículas de arena y polvo y las transportan a través del Océano Atlántico.
El fenómeno se presenta especialmente durante los meses de primavera y verano, y su intensidad varía según la concentración y la fuerza del viento en el Sahara. Este año, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pronosticó la llegada de polvo del Sahara del 10 al 14 de julio a ciertas regiones del país.
Las zonas más afectadas suelen ser la vertiente oriental y sureste de México, donde el polvo ingresa directamente. Sin embargo, debido a la presencia de la Sierra Madre Oriental como barrera natural, solo pequeñas concentraciones logran atravesar el centro del país.
Según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), se espera que las principales áreas afectadas sean Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz. Afortunadamente, las concentraciones de polvo pronosticadas son bajas y no representan un riesgo para la población.
En términos climáticos, el polvo del Sahara modifica la cantidad de nubosidad y lluvias en México. El fenómeno puede causar días grisáceos, atardeceres rojizos y una disminución de la nubosidad. Además, la pluma de polvo transporta nutrientes beneficiosos para los ecosistemas marinos y terrestres, así como también puede reducir la intensidad de los ciclones tropicales y enfriar la superficie terrestre.
En cuanto a la salud, el polvo del Sahara en México no representa graves consecuencias para las personas. Sin embargo, se recomienda evitar la exposición a altas concentraciones de polvo, cerrar las entradas de aire durante las tormentas y utilizar lentes y cubrebocas o pañuelo, especialmente para aquellas personas propensas a enfermedades respiratorias.
Cabe destacar que se estima que el polvo del Sahara transporta alrededor de 100 millones de toneladas de África al continente americano anualmente. Este fenómeno natural, aunque impactante, contribuye de manera significativa al equilibrio de los ecosistemas y al clima en todo el continente.