El consumo de refrescos en México está en el centro de un debate sobre salud pública. Según el titular de la Secretaría de Salud, David Kershenobich, un refresco de 600 mililitros puede contener hasta 15 cucharadas de azúcar. Este consumo excesivo está vinculado al desarrollo de enfermedades crónicas mortales como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
En México, el promedio anual de consumo de refrescos es alarmante: 166 por persona. Esta cifra resalta la urgencia de implementar campañas preventivas, especialmente en niños. Kershenobich reveló que el consumo de bebidas azucaradas se relaciona con uno de cada tres casos de diabetes mellitus. Además, estas bebidas contribuyen a uno de cada siete nuevos casos de enfermedades cardiovasculares.
Las estadísticas son preocupantes. El año pasado, las enfermedades cardiovasculares causaron aproximadamente 190,000 muertes, mientras que la diabetes mellitus cobró la vida de 110,000 personas. Más allá de la muerte, el consumo de refrescos afecta la calidad de vida, provocando hasta 10 años de discapacidad.
El funcionario también destacó que, aunque el consumo de refrescos no es el único culpable de estas enfermedades, sí es un factor significativo. Las bebidas azucaradas están asociadas con la obesidad, la enfermedad renal crónica y el pie diabético.
El consumo de refrescos light tampoco es una solución ideal. Dos refrescos light al día pueden aumentar el riesgo de infarto o hemorragia cerebral. Además, estas bebidas desarrollan bacterias intestinales dañinas.
La situación es crítica, y México debe actuar para reducir el impacto del consumo de refrescos en la salud pública, comenzando desde la infancia.