El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este lunes que su gobierno analiza medidas para apoyar a las principales automotrices del país, que enfrentan dificultades para trasladar su producción desde México, Canadá y otros países, en medio de las nuevas barreras arancelarias impuestas por su propia administración.
“Estoy buscando algo para ayudar a algunas de las compañías de autos, que están cambiando a partes que eran hechas en Canadá, México y otros lugares, y necesitan un poco de tiempo, porque las van a hacer aquí”, declaró Trump, en un giro inesperado mientras continúa su ofensiva comercial.
El mandatario republicano hizo estas declaraciones días después de que su gobierno impusiera aranceles del 25% a la importación de vehículos, incluidos los fabricados en México y Canadá que no estén amparados bajo el tratado de libre comercio T-MEC. La medida también contempla aplicar el mismo porcentaje de impuestos a autopartes provenientes de esos países.
Las declaraciones de Trump apuntan a buscar un equilibrio entre su política de relocalización industrial y las presiones del sector automotriz, que ha advertido de riesgos graves en la cadena de producción. Las empresas han señalado que los aranceles no solo aumentarán el precio de los vehículos, sino que podrían provocar pérdidas de empleos y desincentivar la inversión.
El presidente citó a empresas como General Motors (GM), Ford y Stellantis, quienes —según dijo— están comprometidas con fabricar más dentro de Estados Unidos, pero requieren un periodo de transición para ajustar sus cadenas de suministro, históricamente ligadas a plantas en México y Canadá.
En una reacción inmediata a los dichos del presidente, las acciones de los fabricantes estadounidenses repuntaron hasta un 4% en los mercados bursátiles, reflejando cierto alivio entre inversionistas ante la posibilidad de un margen de maniobra temporal.
Mientras tanto, los gobiernos de México y Canadá no han emitido comentarios oficiales, pero analistas advierten que este nuevo frente podría tensar aún más las relaciones comerciales entre los tres países, en un momento en el que el T-MEC enfrenta desafíos adicionales como los recientes roces por exportaciones agrícolas y energía.
El sector automotor representa uno de los pilares industriales del acuerdo comercial norteamericano y México es un eslabón clave en la producción de vehículos y autopartes para el mercado estadounidense, con cientos de miles de empleos vinculados a esta industria. La presión para relocalizar esa producción plantea un nuevo escenario de incertidumbre en plena campaña electoral en EE.UU.