En 2021, mientras el mundo entero enfrentaba los estragos de la pandemia, Ángela Olazarán estudiaba robótica desde su hogar en Papantla, Veracruz. Tres años después, en octubre de 2024, la estudiante del Conalep fue reconocida en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York con el Global Student Prize, que la distingue como la mejor estudiante del mundo.
Ángela fue seleccionada entre más de 11,000 aspirantes de 176 países, gracias a su proyecto “Ixtlilton”, un robot dotado de inteligencia artificial capaz de diagnosticar 21 enfermedades mediante una serie de preguntas en español y totonaco, dirigido a comunidades rurales sin acceso a servicios médicos. El nombre del robot hace referencia al dios mexica de la medicina.
Al recibir el premio, Ángela no sabía que había sido elegida. La sorpresa la dejó sin palabras. Minutos después, llamó a su padre para darle la noticia. Él, emocionado, exclamó: “¡Ganaste!”, a lo que ella respondió con humildad: “No, pa’. Ganamos”.
Desde temprana edad, Ángela ha mostrado una profunda vocación por la ciencia y la tecnología, enfocando sus conocimientos en proyectos con impacto social y en abrir oportunidades para que más jóvenes, en especial mujeres, accedan a una formación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
“Para mí, el poder es la capacidad de transformar realidades”, afirma con convicción. Su visión es clara: el conocimiento debe estar al servicio del bien común. Y en un mundo donde aún persisten las brechas de género en áreas científicas, Ángela insiste en que las mujeres deben liderar con “sensibilidad, inteligencia y empatía”.
Reconoce que el mayor reto sigue siendo cultural y estructural: “La sociedad aún limita los sueños de muchas mujeres, especialmente en ciencia y tecnología”, señala. Por ello, subraya la importancia de los modelos a seguir para inspirar a futuras generaciones.
Su próxima meta es crear una fundación internacional que impulse a niñas y mujeres de todo el mundo a desarrollar su potencial científico y tecnológico. Mientras tanto, comparte un mensaje poderoso para quienes desean hacer la diferencia:
“Atrévete a intentar. Muchas veces lo que más miedo nos da es lo que más puede cambiarnos la vida. Actúa con propósito, con liderazgo, con pasión y disciplina. Las grandes cosas empiezan con pequeñas acciones”.
Ángela Olazarán no solo ha puesto a Papantla en el mapa mundial de la innovación, también ha encendido una luz de esperanza para miles de jóvenes que, como ella, sueñan con transformar el mundo desde sus comunidades.