En un gesto de fortaleza y esperanza, el Papa Francisco, de 88 años, reapareció este domingo ante miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, al término de la misa por el Jubileo de los Enfermos, parte del calendario del Año Santo en curso.
Tras permanecer 38 días hospitalizado por una grave neumonía bilateral y otras complicaciones respiratorias, y después de varias semanas de recuperación en la Casa Santa Marta, el pontífice volvió a dejarse ver públicamente, aunque con evidentes signos de fragilidad.
«Buen domingo a todos. Muchas gracias», fueron sus breves pero emotivas palabras, interrumpidas por el sonido del oxígeno en el micrófono y acompañadas por una ovación que resonó en todo el Vaticano.
La aparición del Papa fue recibida con gritos de «¡Viva el Papa!» y aplausos que llenaron la soleada plaza. Aunque no pudo pronunciar un discurso completo ni acercarse demasiado a la multitud, sí cruzó entre un pequeño grupo de fieles y oró en la basílica de San Pedro, donde también cruzó la Puerta Santa y se confesó, en uno de sus primeros actos públicos desde su hospitalización.
La misa fue presidida por el arzobispo Rino Fisichella, quien leyó el mensaje preparado por el pontífice, centrado en la importancia de no excluir a los enfermos o frágiles de la sociedad. En el texto, Francisco compartió su experiencia personal con la enfermedad y subrayó la humanidad que nace al compartir el sufrimiento.
«No es fácil… pero es una escuela en la que aprendemos cada día a amar y a dejarnos amar», expresó el Papa en su mensaje. “No apartemos el dolor de nuestros ambientes. Hagamos más bien de ello una ocasión para crecer juntos”.
El Papa también citó a su antecesor, Benedicto XVI, quien en su encíclica Spe Salvi (2007) señaló que una sociedad que no acepta a quienes sufren es cruel e inhumana.
La Santa Sede aseguró que Francisco continuará su recuperación con precaución, siguiendo las recomendaciones médicas. Mientras tanto, las celebraciones litúrgicas continuarán siendo encabezadas por cardenales o representantes eclesiásticos, quienes leerán sus mensajes en su nombre.
La reaparición del Papa se dio en un ambiente cargado de emoción, simbolizando no solo su recuperación física, sino también su cercanía con quienes enfrentan situaciones de salud difíciles. Su mensaje fue claro: la enfermedad no debe marginar, sino unir y humanizar.