Este domingo, el expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, falleció a los 100 años en Plains, Georgia, su ciudad natal, según informó el Centro Carter. Carter, quien ostentaba el récord como el presidente estadounidense vivo de mayor edad, deja una huella imborrable en la historia de su país, tanto por su carrera política como por su activismo humanitario.
James Earl Carter nació el 1 de octubre de 1924 en una pequeña comunidad agrícola de Plains. Se graduó de la Academia Naval de los Estados Unidos en 1946 y sirvió como submarinista, alcanzando el rango de teniente. Su carrera en la Marina incluyó un periodo bajo la supervisión del almirante Hyman Rickover en el emergente programa de submarinos nucleares.
Tras la muerte de su padre en 1953, Carter dejó la Marina para regresar a Georgia, donde lideró la gestión de las granjas familiares y una empresa agrícola. En 1962, dio sus primeros pasos en la política al ganar un escaño en el Senado de Georgia, donde comenzó a perfilarse como una figura clave en el Partido Demócrata. En 1971 asumió como gobernador del estado y, en 1976, ganó la presidencia de los Estados Unidos, cargo que desempeñó entre 1977 y 1981.
Durante su mandato, Carter destacó por su compromiso con los derechos humanos y por ser el artífice de los históricos Acuerdos de Camp David, que promovieron la paz entre Egipto e Israel. Sin embargo, su presidencia también enfrentó retos significativos, como la crisis de los rehenes en Irán y dificultades económicas internas.
Tras dejar la Casa Blanca, Carter se dedicó al activismo y la mediación internacional a través del Centro Carter, fundado en 1982 junto con su esposa Rosalynn. Su labor humanitaria le valió el Premio Nobel de la Paz en 2002, en reconocimiento a sus esfuerzos por resolver conflictos, promover la democracia y combatir enfermedades en países en desarrollo.
Con su fallecimiento, Estados Unidos pierde no solo a un expresidente, sino a un líder que dedicó su vida a buscar un mundo más justo y pacífico.